Ø
Ficha de lectura 1
Reza, G A d l;
(2006).
. Un caso de sistema
complejo. Perfiles Latinoamericanos, () 87-105. Recuperado de
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=11502704
Sistema de
Información Científica redalyc
Red de Revistas
Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal
Universidad
Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco
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Número de páginas
leídas: 17
Ø
Objetivo de
Lectura:
El presente
artículo busca desagregar el espectro de condiciones que preside la
intensificación de la interdependencia entre socios dispares. Con este objetivo
se analiza la conjetura neoclásica de las pequeñas economías y, sucesivamente,
las posiciones que evalúan los vínculos de la disparidad con el manejo de las
reglas del comercio, la gerencia de la integración y la solución de conflictos.
Una hipótesis organiza estas páginas: la cabal comprensión del regionalismo en
disparidad requiere la superación de las causalidades deterministas y los límites
explicativos de la teoría económica neoclásica. Ese propósito se atiende
mediante el esbozo de parámetros interdisciplinarios que buscan asociar los
resultados de teorías y disciplinas convergentes. El trabajo no trata de
clasificar los aportes de cada disciplina, sino de articularlas en función de
los principales aspectos de la integración en disparidad.
Ø
Resumen
1. Planteamiento del problema
El presente artículo analiza las
limitaciones disciplinarias de la conjetura económica sobre la integración en
disparidad, así como el significado de las determinantes de auto control, de
mercados imperfectos y de solución de conflictos para una cabal comprensión de
los acuerdos Norte–Sur.
2. La conjetura neoclásica de las pequeñas economías
Para la explicación de la
incidencia del libre comercio sobre los países pequeños, la economía apela a un
modelo estático compuesto de una economía pequeña (A), una grande (B) y dos bienes.
Su planteamiento puede resumirse de la siguiente forma: la liberalización de
las barreras al comercio recíproco conduce a que la estructura de precios de B
determine la estructura de A. En razón de su mayor tamaño, B continúa fabricando
la misma canasta de bienes y los precios permanecen inalterados, mientras que A
debe ajustar sus costes de producción de manera más o menos importante,
dependiendo de la profundidad de la brecha bilateral. Se entiende que luego de
este proceso el equilibrio regional de los precios se restaura en un nivel más
competitivo. Dado que A depende más que B del comercio internacional para
abastecer sus necesidades de consumo y producción, la apertura comercial de
este último lo beneficia a través del abaratamiento de las importaciones,
adquiridas sin arancel. Estas condiciones facilitan que la pequeña economía se
especialice en la fabricación del bien con mayores ventajas comparativas y el
mercado regional procede a una asignación más eficiente de recursos. Las versiones
recientes de esta conjetura arriban a conclusiones aún más optimistas. Según
éstas, el libre comercio en disparidad también favorece la inversión, la
transferencia de tecnología y el aprendizaje industrial de las pequeñas
economías. Si los procesos se dotan de mecanismos de integración profunda,
tales como la coordinación macroeconómica, la movilidad de factores y la unión
monetaria entre los países miembros, los beneficios crecen en tres direcciones:
asignación más eficiente de recursos, aumento de la competitividad del mercado
y de las transacciones comerciales (Srinivasan, 1986).
3. Limitaciones explicativas
Existe suficiente evidencia para
pensar que la adaptación de los países pequeños a las condiciones de
competitividad (y de poder de mercado) imperantes en la economía mayor
representa el principal problema del libre comercio desde la perspectiva de los
primeros, ya que puede ser costosa y exigirles recursos y plazos de
liberalización más dilatados que los que comúnmente establecen los acuerdos.
Desglosemos las determinantes de este proceso. Además del efecto devastador que
puede tener una nueva estructura de costos industriales en los productores más
pequeños, los incentivos al consumo de bienes importados determina que en la
primera fase del ajuste se generen desequilibrios externos y éstos, a su vez,
conduzcan a la adopción de políticas de eficiencia temporal. En estas
circunstancias, la mejora en la competitividad de la pequeña economía puede
verse postergada a causa de su menor experiencia industrial, la escasa
diversificación de la estructura productiva y las mayores dificultades en la
absorción de pérdidas. Si esto es así, el país incrementará su dependencia
frente a las empresas establecidas, origen de parte significativa de las
divisas necesarias para mantener el flujo de las importaciones. Aquí el
problema radica en que la importancia de estas industrias para la balanza de
pagos estimula su poder de mercado (Michaely y Papageorgiou, 1995), a los
antípodas del objetivo que persigue el libre comercio.
El resultado de estos esquemas es
más cercano al comercio administrado que al pleno libre comercio, aspecto sobre
el que volveremos más adelante. Otra limitación del modelo es la ausencia de
variables capaces de explicar el menor aprovechamiento del libre comercio por
parte de los países pequeños. Estas determinantes (disparidades en la
infraestructura, dificultad en el acceso a servicios especiales, distancia o
complicación de los mercados de exportación, estrechez de los mercados de
capital y menores capacidades gerenciales), obligan a considerar no sólo el
tamaño de la economía, sino el nivel de desarrollo, aspecto que permite definir
con mayor precisión las determinantes reales de la integración en disparidad.
Con este propósito, el primer trabajo compara tres grupos de indicadores: la
elegibilidad macroeconómica y no macroeconómica; las determinantes estructurales
(en materia macroeconómica, de diversificación y dinamismo exportador, y
respecto a recursos humanos e infraestructura), y las condiciones de políticas
económicas (macroeconómicas, comerciales y de apoyo a la transformación
productiva).
Aunque las conclusiones indican que el grado
de preparación de los países pequeños no difiere de los medianos y mayores, se
advierte en los primeros mayor vulnerabilidad comercial y macroeconómica. A
resultados convergentes arriba el estudio del IGE (1997), el cual observa que
las economías pequeñas registran menores capacidades para hacer frente al
comercio administrado en razón del mayor costo per cápita que tiene para éstos
la resolución de los litigios comerciales.
4.
La liberalización
como proceso heterogéneo
El que los acuerdos estipulen circunstancias
cercanas al comercio administrado y no al pleno libre comercio se origina en
los propios objetivos de la liberalización
La eliminación de las barreras no
arancelarias representa el otro gran componente de toda liberalización
comercial. En su ámbito se incluyen las barreras técnicas al comercio, las
medidas fitosanitarias, la promiscuidad en el uso de las medidas contingentes,
las restricciones voluntarias a las exportaciones y las cuotas, entre otras.
La menor jerarquía jurídica que tienen los
acuerdos comerciales en Estados Unidos, permite que la participación de este
país en el ALCA y en otros acuerdos Norte–Sur, como el TLCAN y los tratados de
libre comercio firmados con Chile, Centroamérica y República Dominicana, no
constituya una limitante para la aplicación de esta ley.6 Sus efectos componen
no sólo el referido carácter heterogéneo de los procesos de liberalización,
sino la permanencia de riesgos anticompetitivos que, en éste y otros casos, afectan
sobre todo a las pequeñas economías.
5.
Interdependencia y
negociación entre economías dispares
Quizás la limitación más importante de la
conjetura neoclásica sea su exclusivismo teórico. Con inclusión de los
fenómenos económicos y cuantificables, la integración representa la interacción
de un conjunto de actores y factores cuyo rango o variedad de problemas
desborda con creces el ámbito del mercado. De aquí resulta la necesidad de
operar con mayor cercanía a los significados de la integración entre países.
Esta recomendación resulta más visible al momento de operar con el concepto de
interdependencia económica, un equivalente que abarca mejor los diversos
aspectos que involucra la integración internacional. Según la noción clásica de
la interdependencia, la mayor conexión y necesidad entre los países incrementa
la sensibilidad de la agrupación por las dificultades de los socios con menores
recursos. Sin embargo, una reseña más cuidadosa deja al descubierto una
controversia cuyos términos aparecen yuxtapuestos. Quienes defienden la tesis
original en ésta y otras disciplinas destacan que la interdependencia fortalece
la cooperación y debilita la política de beneficios relativos (de un socio en
desmedro de otro), tanto en el caso de las numerosas interacciones (Hirschman,
1978; Snidal, 1991), como en la relación de dos países (Ricardo, 1817; Brander
y Spencer, 1984; Suzuki, 1994). La idea subyacente es que la interdependencia
crea un sistema de determinantes básicas capaces de mejorar “la habilidad de un
Estado para lograr el equilibrio susceptible de limitar el que [otro Estado]
obtenga beneficios desproporcionados” (Suzuki, 1994: 493). De esa manera, la
progresiva diversificación de las relaciones y el aumento de los recursos del
país dependiente favorece la adopción de una estrategia de “reducción de la
dependencia” (Hirschman, 1978: 49–50). Dicho en otros términos, el proceso de
integración se ramifica y conduce a una estructura que, a su vez, estimula la
adopción de políticas capaces de hacer frente a las necesidades y desafíos de
la desigualdad de las paridades. Sus variantes advierten que los recursos
necesarios para una negociación exitosa no guardan correspondencia directa con
la importancia económica del país o, en una versión conocida como la conjetura
de Schelling (1960) y Putnam (1988), que la fragilidad de un país puede mejorar
los resultados obtenidos en las tratativas internacionales.8 La primera
hipótesis, por su parte, establece una relación positiva entre el éxito en las
negociaciones y los mayores recursos (Hirschman, 1945; Knight, 1994), habiendo
sido aplicada con éxito a la explicación de las negociaciones dentro de la
Unión Europea (Schneider y Cederman, 1994; Hug y König, 2002).
6.
La capacidad de
auto reglaje
Otro aspecto importante es el vínculo entre la
integración de socios dispares y la estabilidad sistémica de la agrupación. En
su mayoría, los estudios sostienen que la existencia de un núcleo fuerte
facilita la toma de decisiones colectiva (Kindleberger, 1973). La hipótesis se
sustenta en la observación de que la economía internacional opera de manera más
eficiente cuando un país o grupo de países son capaces de suministrar la
liquidez necesaria para el sistema. Al revés, cuando ningún país o grupo de
países ocupa la posición central, el sistema tiene menores probabilidades de
éxito.11 Esto se debe a que la economía mayor representa el ancla o la fuente
de estabilidad para la gerencia de las tasas de cambio y la armonización de
políticas monetarias. Asimismo, porque estimula la creación de comercio
mediante la absorción de la nueva capacidad exportadora de los países
asociados. Obsérvese la similitud de este enfoque con la tesis que en los años
de 1950 y 1960 describía a las comunidades estratégicas exitosas. Según su
versión más conocida, éstas comúnmente se desarrollan “alrededor de núcleos
fuertes” con la finalidad de conformar un sistema estable (Deutsch, et al.,
1957: 10; Etzioni, 1965). En esos casos, el país o las naciones centrales
proporcionan a la alianza mayor conexión, reforzada ante las eventuales
restricciones del entorno. Conviene precisar que esta teoría carece de
criterios analíticos susceptibles de conectar el ejercicio del liderato con las
formas y los instrumentos específicos del proceso de integración. Esto le
impide captar los riesgos que involucra la gerencia unilateral, basada en los
intereses de la economía mayor. El liderato franco–alemán dentro de la UE, uno
de los casos más frecuentemente citados, se reviste de características que no
permiten su generalización. La preponderancia de ambos países ha estado sujeta
a variaciones importantes en el pasado y sólo después de la Declaración Schuman
del 9 de mayo de 1950, que puso las bases de “un sistema efectivo de paz en la
región” entre los principales protagonistas de la Segunda Guerra Mundial, ha
sido modelada en sus características actuales por una densa red de
instituciones supranacionales.
7.
Determinantes
geoestratégicos
Algunos acuerdos de integración,
en particular la Unión Europea, proveen beneficios estratégicos a través del
refuerzo de la seguridad de los países miembros. Sin embargo, la gran mayoría
de los esquemas carece de cobertura estratégica y es más vulnerable a los
riesgos de confrontación, como en el caso de la Comunidad Andina durante el
breve conflicto bélico entre Perú y Ecuador, o en el Mercado Común
Centroamericano en ocasión de la guerra entre El Salvador y Honduras. Aquí
interesa encontrar la respuesta a una interrogante más específica: ¿la
integración en disparidad favorece la solución de conflictos? De entrada cabe
señalar que las principales conclusiones sobre este vínculo también son
contradictorias. La primera afirma que la preponderancia crítica de un país
tiene un impacto disuasivo en la producción de conflictos; concretamente, la
disparidad representa una condición de pacificación, ya que inhibe los
conflictos y allana la adopción de políticas alternativas (Bremer, 1992: 337;
Gochmann, 1990; Geller, 1993). Para estos estudios, las capacidades desiguales
de los países se estructuran de manera jerárquica en un sistema de relaciones
que delega las competencias estratégicas en uno o varios socios de mayor
tamaño. De ahí resulta un orden integrado, donde la hegemonía se materializa
mediante normas e instituciones (Kindleberger, 1974). Este último argumento
coincide con una idea defendida después de la Guerra Fría por la literatura
interamericana (sobre las relaciones de América Latina y EU. Según ésta, la
ausencia de riesgos importantes para la primacía estadounidense estimula la
sustitución del poder ‘duro’ por una diplomacia basada en las técnicas
económicas (Desch, 1993; Jaguaribe, 1996).13De manera coincidente, otros
trabajos advierten que el interés de este país, en tanto que única
superpotencia en el mediano plazo, estriba en el refuerzo de la integración
global y en la supresión de los impulsos fragmentacionistas (Nye, 1990). Bajo
estas premisas, se espera la consolidación de una diplomacia flexible o que la
arquitectura multilateral prevalezca sobre las manifestaciones de
unilateralismo activo (Nye, 1990; George y Simons, 1994). La segunda corriente
de pensamiento observa, por el contrario, que toda relación de poder combina
elementos de consenso y coerción dispuestos de manera asimétrica: a mayor
adhesión le corresponde un menor ejercicio represivo y viceversa (Gramsci,
1974; Arrighi, 1993). En otros términos, las políticas consensuales dependen,
para su eficacia, del ejercicio real o simbólico del poder ‘duro’. La idea
subyacente es que el poder internacional no registra cambios fundamentales en
su naturaleza, sino que los mecanismos coercitivos se mantienen inactivos
mientras no haya modificaciones en la alineación económica y estratégica de los
países socios. Las relaciones interamericanas ofrecen abundante evidencia sobre
la transición de uno a otro aspecto de la primacía estadounidense, de la
política de consensos al intervencionismo activo. Este proceso revela una
tensión dinámica entre la hegemonía estadounidense y su política de
superpotencia: en un extremo se busca la estabilidad del sistema integrado, en
el otro se actúa en función de los intereses locales (Cronin, 2001). Este
argumento encierra una advertencia: la ausencia o ineficacia de las
regulaciones o instituciones encargadas de preservar la igualdad jurídica de
los países favorece el ejercicio del poder ‘duro’ y la expansión de los
recursos del país preponderante a través de periódicos conflictos o, como
menciona la Ley de variedad, mediante el recorte del espectro de opciones de
otros países.14 Una de las alternativas para este tipo de relaciones es la de
evitar la mayor integración con el país preponderante. Si “los efectos onerosos
de la interdependencia económica pueden conducir al aumento del conflicto
internacional”, entonces resulta con necesidad que “los beneficios de una interconexión
económica simple pueden favorecer la reducción de conflictos” (Gasiorowski,
1986: 24).15 Existe una tercera conclusión, de menor influencia en la
literatura de especialidad. Según ésta, la disparidad no es determinante ni
para el aumento, ni para la disminución de los conflictos (Schampel, 1994). En
su principal significado, esta tesis postula el carácter secundario de las
disparidades en la generación de conflictos. Junto con las conclusiones
reseñadas en esta sección, establece que, más allá de los diferentes recursos
de los países, son las circunstancias específicas del conflicto las que tienen
mayor relevancia para el análisis. Como otras secciones de este libro, esto
recomienda el estudio con menores grados de abstracción y mayor cercanía a las
particularidades del caso.
Ø
Conclusiones
A modo de
conclusión Según la mayoría de las áreas de estudio aquí analizadas, los
efectos negativos de la disparidad pueden ser mitigados: a) cuando las
relaciones de preponderancia están reguladas por instrumentos distintos al
mercado; b) si los beneficios colectivos prevalecen sobre los unilaterales; c)
el proceso de interdependencia conduce a una coordinación compartida de las
políticas regionales. A estas conclusiones se agrega una consecuencia de la
apertura disciplinaria de este artículo. En su conjunto, los aspectos tratados
revelan un alto grado de incertidumbre teórica, así como la conveniencia de
establecer parámetros interdisciplinarios capaces de interrelacionar las
hipótesis y las facetas de un sistema de creciente complejidad.
Ø
Apreciación
del texto
Trata de explicar entre más pequeño y dependiente
sea el país que está en una integración económica de la economía internacional salen un principal problema
del libre comercio desde la perspectiva de los primeros, ya que puede ser
costosa y exigirles recursos y plazos de liberalización más dilatados que los
que comúnmente establecen los acuerdos y lo llevara a incrementará su
dependencia frente a las empresas establecidas y ya no sería una integraciones
de países sino una interdependencia de los países pequeños a los países
competitivos.
Es muy claro aunque
el texto presenta muchas citaciones por parte de autores, pero eso enriquece el
texto
Ø
Citas
En síntesis,
considerados todos los factores iguales, la economía pequeña se beneficia de la
liberalización del comercio en mayor medida que la economía grande (p.89)
Tomemos el caso de
la literatura del ALCA, el acuerdo en ciernes con las mayores disparidades del
mundo. El estudio de Hufbauer y Schott (1994), basado en la contraposición de
los escenarios ALCA y no–ALCA, predice en el primero un incremento adicional
del PIB real en 1,5 por ciento anual; 273 mil millones de dólares, 525 dólares
por habitante del hemisferio occidental(p.89)
Varios estudios
sobre el ALCA han buscado resolver estas insuficiencias. Los más recientes,
como Lessard (2000) y Mackay (1999) y SELA (1998), relacionan los riesgos de la
apertura comercial con la ausencia de capacidad negociadora de los países
pequeños. Otros, como CEPAL (1996), Escaith y Pérez (1999) y Escaith e Inoue
(2001) abordan el grado de preparación de estas economías para acceder a una
zona de libre comercio con Estados Unidos. (p.91)
De entrada cabe una
observación importante: la protección arancelaria latinoamericana —12 por
ciento en promedio— es substancialmente mayor a la de Estados Unidos, 2,8 por
ciento. Por añadidura, 75,6 por ciento de los productos que Estados Unidos
compra a los países del MCCA están exentos de aranceles; en el caso del
MERCOSUR la proporción es de 60,6 y 48,7 por ciento en la CAN (p.92)
El conjunto de las
exportaciones latinoamericanas está sujeto a un promedio arancelario aún más
bajo: 1,31 por ciento en 2002 (CEPAL, 2004). El contraste en los niveles de
protección arancelaria deja prever un proceso de liberalización dominado por el
mayor esfuerzo latinoamericano. Esta presunción se refuerza con la posición
negociadora estadounidense, que propugna la “rápida reducción” de “gran parte
de los aranceles dentro de cinco años” (USTR, 2001). (p-92)
Consideremos aquí un instrumento
comercial específicamente estadounidense: la Sección 301 del Acta de Comercio
de 1974. Su lógica es similar a una medida antidumping en reversa, ya que su
objetivo es la promoción de la apertura de mercados extranjeros deslealmente
protegidos. Para lograr este cometido, la ley autoriza al Representante
Comercial a adoptar represalias contra los países que no eliminan o no reducen
los obstáculos a las exportaciones de Estados Unidos. Cuenta con dos refuerzos:
la Súper 301, la cual ordena la identificación de prácticas desleales en los
mercados internacionales, y la Especial 301, que supervisa el cumplimiento de
los compromisos en materia de protección a los derechos de propiedad
intelectual. Esta última consiste en dos listas de países: Priority Watch List
(Lista de países bajo supervisión prioritaria), nivel de mayor gravedad y que
antecede a las medidas de retorsión comercial previstas en la Sección 301, y
Watch List (Lista de países bajo supervisión), el cual incluye a los países
donde se han identificado prácticas domésticas desleales. Durante el lustro
1999–2003 la primera incluyó, en promedio, a cuatro países de América Latina,
mientras que la segunda a poco más de ocho (p.93)
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