domingo, 19 de febrero de 2017

La integración económica entre países dispares

Ø    Ficha de lectura 1
Reza, G A d l; (2006). 
. Un caso de sistema complejo. Perfiles Latinoamericanos, () 87-105. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=11502704

Sistema de Información Científica redalyc
Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal
Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco
http://www.redalyc.org
Número de páginas leídas: 17

Ø    Objetivo de Lectura:
El presente artículo busca desagregar el espectro de condiciones que preside la intensificación de la interdependencia entre socios dispares. Con este objetivo se analiza la conjetura neoclásica de las pequeñas economías y, sucesivamente, las posiciones que evalúan los vínculos de la disparidad con el manejo de las reglas del comercio, la gerencia de la integración y la solución de conflictos. Una hipótesis organiza estas páginas: la cabal comprensión del regionalismo en disparidad requiere la superación de las causalidades deterministas y los límites explicativos de la teoría económica neoclásica. Ese propósito se atiende mediante el esbozo de parámetros interdisciplinarios que buscan asociar los resultados de teorías y disciplinas convergentes. El trabajo no trata de clasificar los aportes de cada disciplina, sino de articularlas en función de los principales aspectos de la integración en disparidad.
Ø  Resumen
1.      Planteamiento del problema
El presente artículo analiza las limitaciones disciplinarias de la conjetura económica sobre la integración en disparidad, así como el significado de las determinantes de auto control, de mercados imperfectos y de solución de conflictos para una cabal comprensión de los acuerdos Norte–Sur.
2.      La conjetura neoclásica de las pequeñas economías
Para la explicación de la incidencia del libre comercio sobre los países pequeños, la economía apela a un modelo estático compuesto de una economía pequeña (A), una grande (B) y dos bienes. Su planteamiento puede resumirse de la siguiente forma: la liberalización de las barreras al comercio recíproco conduce a que la estructura de precios de B determine la estructura de A. En razón de su mayor tamaño, B continúa fabricando la misma canasta de bienes y los precios permanecen inalterados, mientras que A debe ajustar sus costes de producción de manera más o menos importante, dependiendo de la profundidad de la brecha bilateral. Se entiende que luego de este proceso el equilibrio regional de los precios se restaura en un nivel más competitivo. Dado que A depende más que B del comercio internacional para abastecer sus necesidades de consumo y producción, la apertura comercial de este último lo beneficia a través del abaratamiento de las importaciones, adquiridas sin arancel. Estas condiciones facilitan que la pequeña economía se especialice en la fabricación del bien con mayores ventajas comparativas y el mercado regional procede a una asignación más eficiente de recursos. Las versiones recientes de esta conjetura arriban a conclusiones aún más optimistas. Según éstas, el libre comercio en disparidad también favorece la inversión, la transferencia de tecnología y el aprendizaje industrial de las pequeñas economías. Si los procesos se dotan de mecanismos de integración profunda, tales como la coordinación macroeconómica, la movilidad de factores y la unión monetaria entre los países miembros, los beneficios crecen en tres direcciones: asignación más eficiente de recursos, aumento de la competitividad del mercado y de las transacciones comerciales (Srinivasan, 1986).

3.      Limitaciones explicativas

Existe suficiente evidencia para pensar que la adaptación de los países pequeños a las condiciones de competitividad (y de poder de mercado) imperantes en la economía mayor representa el principal problema del libre comercio desde la perspectiva de los primeros, ya que puede ser costosa y exigirles recursos y plazos de liberalización más dilatados que los que comúnmente establecen los acuerdos. Desglosemos las determinantes de este proceso. Además del efecto devastador que puede tener una nueva estructura de costos industriales en los productores más pequeños, los incentivos al consumo de bienes importados determina que en la primera fase del ajuste se generen desequilibrios externos y éstos, a su vez, conduzcan a la adopción de políticas de eficiencia temporal. En estas circunstancias, la mejora en la competitividad de la pequeña economía puede verse postergada a causa de su menor experiencia industrial, la escasa diversificación de la estructura productiva y las mayores dificultades en la absorción de pérdidas. Si esto es así, el país incrementará su dependencia frente a las empresas establecidas, origen de parte significativa de las divisas necesarias para mantener el flujo de las importaciones. Aquí el problema radica en que la importancia de estas industrias para la balanza de pagos estimula su poder de mercado (Michaely y Papageorgiou, 1995), a los antípodas del objetivo que persigue el libre comercio.

El resultado de estos esquemas es más cercano al comercio administrado que al pleno libre comercio, aspecto sobre el que volveremos más adelante. Otra limitación del modelo es la ausencia de variables capaces de explicar el menor aprovechamiento del libre comercio por parte de los países pequeños. Estas determinantes (disparidades en la infraestructura, dificultad en el acceso a servicios especiales, distancia o complicación de los mercados de exportación, estrechez de los mercados de capital y menores capacidades gerenciales), obligan a considerar no sólo el tamaño de la economía, sino el nivel de desarrollo, aspecto que permite definir con mayor precisión las determinantes reales de la integración en disparidad. Con este propósito, el primer trabajo compara tres grupos de indicadores: la elegibilidad macroeconómica y no macroeconómica; las determinantes estructurales (en materia macroeconómica, de diversificación y dinamismo exportador, y respecto a recursos humanos e infraestructura), y las condiciones de políticas económicas (macroeconómicas, comerciales y de apoyo a la transformación productiva).
 Aunque las conclusiones indican que el grado de preparación de los países pequeños no difiere de los medianos y mayores, se advierte en los primeros mayor vulnerabilidad comercial y macroeconómica. A resultados convergentes arriba el estudio del IGE (1997), el cual observa que las economías pequeñas registran menores capacidades para hacer frente al comercio administrado en razón del mayor costo per cápita que tiene para éstos la resolución de los litigios comerciales.
4.      La liberalización como proceso heterogéneo
 El que los acuerdos estipulen circunstancias cercanas al comercio administrado y no al pleno libre comercio se origina en los propios objetivos de la liberalización
La eliminación de las barreras no arancelarias representa el otro gran componente de toda liberalización comercial. En su ámbito se incluyen las barreras técnicas al comercio, las medidas fitosanitarias, la promiscuidad en el uso de las medidas contingentes, las restricciones voluntarias a las exportaciones y las cuotas, entre otras.
 La menor jerarquía jurídica que tienen los acuerdos comerciales en Estados Unidos, permite que la participación de este país en el ALCA y en otros acuerdos Norte–Sur, como el TLCAN y los tratados de libre comercio firmados con Chile, Centroamérica y República Dominicana, no constituya una limitante para la aplicación de esta ley.6 Sus efectos componen no sólo el referido carácter heterogéneo de los procesos de liberalización, sino la permanencia de riesgos anticompetitivos que, en éste y otros casos, afectan sobre todo a las pequeñas economías.

5.      Interdependencia y negociación entre economías dispares
 Quizás la limitación más importante de la conjetura neoclásica sea su exclusivismo teórico. Con inclusión de los fenómenos económicos y cuantificables, la integración representa la interacción de un conjunto de actores y factores cuyo rango o variedad de problemas desborda con creces el ámbito del mercado. De aquí resulta la necesidad de operar con mayor cercanía a los significados de la integración entre países. Esta recomendación resulta más visible al momento de operar con el concepto de interdependencia económica, un equivalente que abarca mejor los diversos aspectos que involucra la integración internacional. Según la noción clásica de la interdependencia, la mayor conexión y necesidad entre los países incrementa la sensibilidad de la agrupación por las dificultades de los socios con menores recursos. Sin embargo, una reseña más cuidadosa deja al descubierto una controversia cuyos términos aparecen yuxtapuestos. Quienes defienden la tesis original en ésta y otras disciplinas destacan que la interdependencia fortalece la cooperación y debilita la política de beneficios relativos (de un socio en desmedro de otro), tanto en el caso de las numerosas interacciones (Hirschman, 1978; Snidal, 1991), como en la relación de dos países (Ricardo, 1817; Brander y Spencer, 1984; Suzuki, 1994). La idea subyacente es que la interdependencia crea un sistema de determinantes básicas capaces de mejorar “la habilidad de un Estado para lograr el equilibrio susceptible de limitar el que [otro Estado] obtenga beneficios desproporcionados” (Suzuki, 1994: 493). De esa manera, la progresiva diversificación de las relaciones y el aumento de los recursos del país dependiente favorece la adopción de una estrategia de “reducción de la dependencia” (Hirschman, 1978: 49–50). Dicho en otros términos, el proceso de integración se ramifica y conduce a una estructura que, a su vez, estimula la adopción de políticas capaces de hacer frente a las necesidades y desafíos de la desigualdad de las paridades. Sus variantes advierten que los recursos necesarios para una negociación exitosa no guardan correspondencia directa con la importancia económica del país o, en una versión conocida como la conjetura de Schelling (1960) y Putnam (1988), que la fragilidad de un país puede mejorar los resultados obtenidos en las tratativas internacionales.8 La primera hipótesis, por su parte, establece una relación positiva entre el éxito en las negociaciones y los mayores recursos (Hirschman, 1945; Knight, 1994), habiendo sido aplicada con éxito a la explicación de las negociaciones dentro de la Unión Europea (Schneider y Cederman, 1994; Hug y König, 2002).

6.      La capacidad de auto reglaje
 Otro aspecto importante es el vínculo entre la integración de socios dispares y la estabilidad sistémica de la agrupación. En su mayoría, los estudios sostienen que la existencia de un núcleo fuerte facilita la toma de decisiones colectiva (Kindleberger, 1973). La hipótesis se sustenta en la observación de que la economía internacional opera de manera más eficiente cuando un país o grupo de países son capaces de suministrar la liquidez necesaria para el sistema. Al revés, cuando ningún país o grupo de países ocupa la posición central, el sistema tiene menores probabilidades de éxito.11 Esto se debe a que la economía mayor representa el ancla o la fuente de estabilidad para la gerencia de las tasas de cambio y la armonización de políticas monetarias. Asimismo, porque estimula la creación de comercio mediante la absorción de la nueva capacidad exportadora de los países asociados. Obsérvese la similitud de este enfoque con la tesis que en los años de 1950 y 1960 describía a las comunidades estratégicas exitosas. Según su versión más conocida, éstas comúnmente se desarrollan “alrededor de núcleos fuertes” con la finalidad de conformar un sistema estable (Deutsch, et al., 1957: 10; Etzioni, 1965). En esos casos, el país o las naciones centrales proporcionan a la alianza mayor conexión, reforzada ante las eventuales restricciones del entorno. Conviene precisar que esta teoría carece de criterios analíticos susceptibles de conectar el ejercicio del liderato con las formas y los instrumentos específicos del proceso de integración. Esto le impide captar los riesgos que involucra la gerencia unilateral, basada en los intereses de la economía mayor. El liderato franco–alemán dentro de la UE, uno de los casos más frecuentemente citados, se reviste de características que no permiten su generalización. La preponderancia de ambos países ha estado sujeta a variaciones importantes en el pasado y sólo después de la Declaración Schuman del 9 de mayo de 1950, que puso las bases de “un sistema efectivo de paz en la región” entre los principales protagonistas de la Segunda Guerra Mundial, ha sido modelada en sus características actuales por una densa red de instituciones supranacionales.

7.      Determinantes geoestratégicos
Algunos acuerdos de integración, en particular la Unión Europea, proveen beneficios estratégicos a través del refuerzo de la seguridad de los países miembros. Sin embargo, la gran mayoría de los esquemas carece de cobertura estratégica y es más vulnerable a los riesgos de confrontación, como en el caso de la Comunidad Andina durante el breve conflicto bélico entre Perú y Ecuador, o en el Mercado Común Centroamericano en ocasión de la guerra entre El Salvador y Honduras. Aquí interesa encontrar la respuesta a una interrogante más específica: ¿la integración en disparidad favorece la solución de conflictos? De entrada cabe señalar que las principales conclusiones sobre este vínculo también son contradictorias. La primera afirma que la preponderancia crítica de un país tiene un impacto disuasivo en la producción de conflictos; concretamente, la disparidad representa una condición de pacificación, ya que inhibe los conflictos y allana la adopción de políticas alternativas (Bremer, 1992: 337; Gochmann, 1990; Geller, 1993). Para estos estudios, las capacidades desiguales de los países se estructuran de manera jerárquica en un sistema de relaciones que delega las competencias estratégicas en uno o varios socios de mayor tamaño. De ahí resulta un orden integrado, donde la hegemonía se materializa mediante normas e instituciones (Kindleberger, 1974). Este último argumento coincide con una idea defendida después de la Guerra Fría por la literatura interamericana (sobre las relaciones de América Latina y EU. Según ésta, la ausencia de riesgos importantes para la primacía estadounidense estimula la sustitución del poder ‘duro’ por una diplomacia basada en las técnicas económicas (Desch, 1993; Jaguaribe, 1996).13De manera coincidente, otros trabajos advierten que el interés de este país, en tanto que única superpotencia en el mediano plazo, estriba en el refuerzo de la integración global y en la supresión de los impulsos fragmentacionistas (Nye, 1990). Bajo estas premisas, se espera la consolidación de una diplomacia flexible o que la arquitectura multilateral prevalezca sobre las manifestaciones de unilateralismo activo (Nye, 1990; George y Simons, 1994). La segunda corriente de pensamiento observa, por el contrario, que toda relación de poder combina elementos de consenso y coerción dispuestos de manera asimétrica: a mayor adhesión le corresponde un menor ejercicio represivo y viceversa (Gramsci, 1974; Arrighi, 1993). En otros términos, las políticas consensuales dependen, para su eficacia, del ejercicio real o simbólico del poder ‘duro’. La idea subyacente es que el poder internacional no registra cambios fundamentales en su naturaleza, sino que los mecanismos coercitivos se mantienen inactivos mientras no haya modificaciones en la alineación económica y estratégica de los países socios. Las relaciones interamericanas ofrecen abundante evidencia sobre la transición de uno a otro aspecto de la primacía estadounidense, de la política de consensos al intervencionismo activo. Este proceso revela una tensión dinámica entre la hegemonía estadounidense y su política de superpotencia: en un extremo se busca la estabilidad del sistema integrado, en el otro se actúa en función de los intereses locales (Cronin, 2001). Este argumento encierra una advertencia: la ausencia o ineficacia de las regulaciones o instituciones encargadas de preservar la igualdad jurídica de los países favorece el ejercicio del poder ‘duro’ y la expansión de los recursos del país preponderante a través de periódicos conflictos o, como menciona la Ley de variedad, mediante el recorte del espectro de opciones de otros países.14 Una de las alternativas para este tipo de relaciones es la de evitar la mayor integración con el país preponderante. Si “los efectos onerosos de la interdependencia económica pueden conducir al aumento del conflicto internacional”, entonces resulta con necesidad que “los beneficios de una interconexión económica simple pueden favorecer la reducción de conflictos” (Gasiorowski, 1986: 24).15 Existe una tercera conclusión, de menor influencia en la literatura de especialidad. Según ésta, la disparidad no es determinante ni para el aumento, ni para la disminución de los conflictos (Schampel, 1994). En su principal significado, esta tesis postula el carácter secundario de las disparidades en la generación de conflictos. Junto con las conclusiones reseñadas en esta sección, establece que, más allá de los diferentes recursos de los países, son las circunstancias específicas del conflicto las que tienen mayor relevancia para el análisis. Como otras secciones de este libro, esto recomienda el estudio con menores grados de abstracción y mayor cercanía a las particularidades del caso.
Ø    Conclusiones
A modo de conclusión Según la mayoría de las áreas de estudio aquí analizadas, los efectos negativos de la disparidad pueden ser mitigados: a) cuando las relaciones de preponderancia están reguladas por instrumentos distintos al mercado; b) si los beneficios colectivos prevalecen sobre los unilaterales; c) el proceso de interdependencia conduce a una coordinación compartida de las políticas regionales. A estas conclusiones se agrega una consecuencia de la apertura disciplinaria de este artículo. En su conjunto, los aspectos tratados revelan un alto grado de incertidumbre teórica, así como la conveniencia de establecer parámetros interdisciplinarios capaces de interrelacionar las hipótesis y las facetas de un sistema de creciente complejidad.

Ø    Apreciación del texto
Trata de explicar entre más pequeño y dependiente sea el país que está en una integración económica  de la economía internacional salen un principal problema del libre comercio desde la perspectiva de los primeros, ya que puede ser costosa y exigirles recursos y plazos de liberalización más dilatados que los que comúnmente establecen los acuerdos y lo llevara a incrementará su dependencia frente a las empresas establecidas y ya no sería una integraciones de países sino una interdependencia de los países pequeños a los países competitivos.
Es muy claro aunque el texto presenta muchas citaciones por parte de autores, pero eso enriquece el texto



Ø    Citas
En síntesis, considerados todos los factores iguales, la economía pequeña se beneficia de la liberalización del comercio en mayor medida que la economía grande (p.89)
Tomemos el caso de la literatura del ALCA, el acuerdo en ciernes con las mayores disparidades del mundo. El estudio de Hufbauer y Schott (1994), basado en la contraposición de los escenarios ALCA y no–ALCA, predice en el primero un incremento adicional del PIB real en 1,5 por ciento anual; 273 mil millones de dólares, 525 dólares por habitante del hemisferio occidental(p.89)
Varios estudios sobre el ALCA han buscado resolver estas insuficiencias. Los más recientes, como Lessard (2000) y Mackay (1999) y SELA (1998), relacionan los riesgos de la apertura comercial con la ausencia de capacidad negociadora de los países pequeños. Otros, como CEPAL (1996), Escaith y Pérez (1999) y Escaith e Inoue (2001) abordan el grado de preparación de estas economías para acceder a una zona de libre comercio con Estados Unidos. (p.91)
De entrada cabe una observación importante: la protección arancelaria latinoamericana —12 por ciento en promedio— es substancialmente mayor a la de Estados Unidos, 2,8 por ciento. Por añadidura, 75,6 por ciento de los productos que Estados Unidos compra a los países del MCCA están exentos de aranceles; en el caso del MERCOSUR la proporción es de 60,6 y 48,7 por ciento en la CAN (p.92)
El conjunto de las exportaciones latinoamericanas está sujeto a un promedio arancelario aún más bajo: 1,31 por ciento en 2002 (CEPAL, 2004). El contraste en los niveles de protección arancelaria deja prever un proceso de liberalización dominado por el mayor esfuerzo latinoamericano. Esta presunción se refuerza con la posición negociadora estadounidense, que propugna la “rápida reducción” de “gran parte de los aranceles dentro de cinco años” (USTR, 2001). (p-92)
Consideremos aquí un instrumento comercial específicamente estadounidense: la Sección 301 del Acta de Comercio de 1974. Su lógica es similar a una medida antidumping en reversa, ya que su objetivo es la promoción de la apertura de mercados extranjeros deslealmente protegidos. Para lograr este cometido, la ley autoriza al Representante Comercial a adoptar represalias contra los países que no eliminan o no reducen los obstáculos a las exportaciones de Estados Unidos. Cuenta con dos refuerzos: la Súper 301, la cual ordena la identificación de prácticas desleales en los mercados internacionales, y la Especial 301, que supervisa el cumplimiento de los compromisos en materia de protección a los derechos de propiedad intelectual. Esta última consiste en dos listas de países: Priority Watch List (Lista de países bajo supervisión prioritaria), nivel de mayor gravedad y que antecede a las medidas de retorsión comercial previstas en la Sección 301, y Watch List (Lista de países bajo supervisión), el cual incluye a los países donde se han identificado prácticas domésticas desleales. Durante el lustro 1999–2003 la primera incluyó, en promedio, a cuatro países de América Latina, mientras que la segunda a poco más de ocho (p.93)



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